LOUIS BEYSSON
Nada encontramos en la biografía de Louis Beysson (1856-1912) que nos llame la atención, o que pueda rescatar su figura de una tibia memoria. Nada, salvo la publicación, en 1876, de Geri cuando su autor era un joven burgués de provincias que buscaba abrirse camino en el mundillo literario.
No fue muy afortunado, publicó cuatro piezas, entre novelas y poemas épicos, que no han soportado bien el paso del tiempo. Flirteó con la dramaturgia, apoyado sin demasiado éxito por el hijo de Sara Bernhardt. Como era propio en la época incursionó en la prensa escrita. Sin embargo hoy solo es recordado como pintor de locomotoras y paisajes ferroviarios, una temática que le daría cierta fama, situando sus cuadros en algunas pinacotecas, sobre todo en el Museo de Bellas Artes de Lyon, la ciudad donde nació y cerca de la que murió. La misma que introduce el tono autobiográfico en su libro. De adolescente, estuvo interno en el colegio de los jesuitas de Sant-Michel, en Friburgo.
Su vida trascurrió a caballo de dos siglos y nada queda de él excepto algunas pinturas melancólicas y esta novela precursora.
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