Bernardo Arias Trujillo
CANCIÓN A ROBY NELSON
Con ilustraciones de Joaquim Sicart Bertran
Escrito por el colombiano Bernardo Arias Trujillo, bajo seudónimo, en Argentina en 1933, este hermoso y largo poema homoerótico –de “voz dionisiaca” como ha dicho algún crítico–, muy osado para la época, narra, en primera persona, el encuentro sexual del poeta con un muchacho de catorce años en Buenos Aires, Roby Nelson, un chapero que también se dedica a trapichear con sustancias opiáceas. Fue escrito, seguramente, con deseos de causar polémica y, más probable aún, con la intención de mortificar a aquella mojigata sociedad de colombiana de principios de los años treinta del siglo pasado. Durante muchos años, el poema, conocido popularmente como Roby Nelson, se transmitió en los círculos homosexuales de Colombia, principalmente a través de copias hechas a mano, a menudo adulteradas, que se repartieron en bares y en fiestas gais. Y su fama fue tal, que transcendió a esos círculos, ingresando en el gusto popular para ser declamado en tabernas y cantinas de todo tipo, debido a su riqueza “en imágenes atrevidas que desafían el morbo desprevenido de quienes no caen en las trampas de la estética”.
Este bello y valiente poema homoerótico, nunca hasta ahora publicado en España, lo presenta ahora la editorial Amistades Particulares en una muy bella edición de solo 150 ejemplares, en papel de alta calidad, ilustrada por el joven artista Joaquim Sicart Bertran para el disfrute de los lectores actuales, a los 86 años de su creación.
Sobre el autor
Bernardo Arias Trujillo (1903-1938), colombiano, fue un personaje polémico en el que se unía el hombre solitario, taciturno y hasta huraño, con el político y periodista brillante, rebelde, luchador y amante de la polémica, que escribía artículos y editoriales con cáustico lenguaje que caían como bombas entre los poderosos. La clase política le temía. Y él, seguramente, temía a la sociedad, por lo que ocultaba su homosexualidad tanto como podía, aunque no consiguió evitar los chismorreos y los chistes que a su costa se hacían en los cafés. Ayudaba a sobrellevar su compleja personalidad mediante el consumo frecuente de opiáceos. Vivió un tiempo en Buenos Aires, como diplomático sin sueldo. Allí conoció a Federico García Lorca y publicó Por los caminos de Sodoma, con el seudónimo de Sir Edgar Dixon. Murió muy joven, a los 34 años, por una sobredosis de morfina que según se dice fue intencional.
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