Augusto D'Halmar
LOS ALUCINADOS
Escritos durante el periodo en que Augusto D’Halmar vivió en España antes de la guerra civil, los cuatro relatos que integran este libro abordan de manera muy directa el amor homoerótico –que en la obra de este autor siempre es más preciso calificarlo de pederástico por centrarse en la relación entre hombres maduros y muchachos adolescentes– y en ellos aparecen ya muchos de los elementos que conformarán su mejor novela, Pasión y muerte del cura Deusto (1924).
Las hermosas historias que componen Los alucinados, son narraciones de tono cosmopolita, pesimistas, con personajes sufrientes y sicológicamente inmaduros, y abundancia de ingredientes autobiográficos del autor –que nunca asumió públicamente su homosexualidad–, a las que une el denominador común de la fuerte atracción homoerótica que sienten hombres adultos por quiméricos adolescentes poseedores de una gran, aunque algo andrógina, belleza.
«Ya no era un niño y todavía no era un hombre, de esa edad indecisa que presta como un ambiguo sexo. Un tanto moreno, pero con los cabellos castaños-dorados, tenía sobre todo unos ojos verdes como anegados en vapor violáceo». (Del relato “Valerio Dux”)
Son relatos valientes para el momento en que fueron escritos y que hoy están completamente olvidados. Muy poca gente los ha leído en los últimos 80 años, pues únicamente se publicaron en una ocasión, concretamente en 1935, tras el regreso de D´Halmar a su país, Chile. Aunque el autor los escribió durante los años que vivió en España, jamás se publicaron en nuestro país. Amistades Particulares pone ahora, por primera vez –casi un siglo después de haber sido escritas–, a disposición de los lectores actuales, estas bellas historias de pasiones a las que su autor no se atrevió a dar nombre.
Sobre el autor
Augusto D’Halmar (1882-1950), primer Premio Nacional de Literatura en Chile, cuyo nombre real era Augusto Goeminne Thomson, nació como hijo ilegítimo de una mujer de origen escocés y de un aventurero francés que la abandonaría tras dejarla embarazada. Este hecho, en una familia de clase social alta en una sociedad muy conservadora, condicionaría para siempre la vida y la obra del escritor. De un inusual atractivo físico, alto, elegante, con magníficas capacidades oratorias, fue muy popular durante su juventud. En 1907 entró en la carrera diplomática como cónsul en Calcuta. Posteriormente emigró a Europa permaneciendo 15 años en España, donde, según él mismo insinuaría, encontró el amor y aceptó su sexualidad disidente. En 1934 regresó a su patria, donde moriría poco antes de cumplir los 68 años de un cáncer de garganta. Uno de sus críticos dijo de él que su homosexualidad no lo explica todo, pero que sin ella nada se entiende ni en su vida ni en su obra.
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